Consideramos al gallego Ramón Verea como uno de los padres de la modernas máquinas de calcular. Lamentablemente, como en tantas otras ocasiones, el inventor y su máquina viven en la tierra del olvido.
En medio de la fiebre por desarrollar la más perfecta máquina de cálculo mecánica, aparece Ramón Silvestre Verea García, nacido en la provincia de Pontevedra hacia 1833, que supera cualquier otro modelo anterior y presenta en Nueva York su ingenio capaz de multiplicar. Lamentablemente, Verea es un tipo “raro”, porque su único interés, como él mismo afirmó, era poder demostrar que un español es capaz de inventar algo sobresaliente, simplemente, pero no puso ningún interés en que tal máquina llegara al mercado. Una pena, porque si hubiera acompañado su espíritu inventivo con algo de perspicacia comercial, probablemente hoy sería recordado como padre de las calculadoras y, seguramente, se hubiera convertido en un hombre rico. Aunque por su invento recibió una medalla de oro durante una exposición celebrada en Matanzas, Cuba, llegando a merecer la atención de Scientific American, fueron otros los que explotaron la idea.
Aunque no se conoce mucho acerca de la vida de Ramón Verea, puede afirmarse que se trató de un inquieto aventurero, una atractiva figura que tras pasar varios años en un seminario de Santiago de Compostela, abandona el curso de sus estudios eclesiásticos y decide, en 1855, emigrar a Cuba. En tierras americanas se dedica a escribir novelas y a trabajar como periodista. Una década más tarde viaja hasta Nueva York, donde vivirá algún tiempo, trabajando en oficios de todo tipo, como maestro, traductor o comercial de maquinaria de artes gráficas. Puede que esta última actividad sirviera para, dado su conocimiento de la tecnología de su época, incentivar su espíritu inventivo que desembocó en el desarrollo de su calculadora. Sin embargo, no se quedó mucho tiempo en Norteamérica, puesto que el inquieto Ramón viajó y vivió también en Guatemala, dejando los Estados Unidos por diversos problemas políticos relacionados con su postura ante el colonialismo, dando sus huesos al final en la capital argentina. Será en Buenos Aires donde fundará la revista El Progreso y continuará su labor como escritor y periodista hasta su muerte, sucedida en 1899. El que hubiera podido ser uno de los grandes de la historia de las máquinas de cálculo, terminó sus días siendo muy pobre, olvidado y, tristemente, enterrado en una tumba innominada.
Aquí dejo una foto de su calculadora.
Leonardo Torres Quevedo
Nació en Santa Cruz de Iguña (Santander), fue el ingeniero español más reconocido. Gran científico, desarrolló numerosos inventos reconocidos internacionalmente, sobre todo en el campo de la automática, considerándosele como precursor de la informática.
En su juventud residió en Bilbao en donde en 1868 acaba sus estudios de Bachillerato marchándose a Paris durante dos años para continuar con sus estudios. En 1870 se trasladó, junto con su familia, a vivir a Madrid, y un año más tarde ingresó en la Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, finalizando sus estudios en 1876.
Al término de dichos estudios se dedicó a ejercer la ingeniería y a viajar por toda Europa adquiriendo más conocimientos. En 1885 regresó a España iniciando así su gran trayectoria científica e inventiva.
En 1887 Torres Quevedo empiezó la investigación y desarrollo de un trasbordador, realizando el primero en su propia casa. En 1907 construyó el primer trasbordador apto para el transporte humano, lo hizo en el Monte Ulía (San Sebastián). A partir de aquí construyó muchos otros, mediante la Sociedad de Estudios y Obras de Ingeniería de Bilbao, por ejemplo en Chamoix, o Río de Janeiro. Pero el más famoso fue el construido sobre las Cataratas del Niágara llamado "Spanish Aerocar", que se inauguró en pruebas en 1916, siguiendo hoy en día en pleno funcionamiento.
Otros de los inventos de Torres Quevedo fueron los jugadores ajedrecistas, que se consideran como precursores de la inteligencia artificial. Construyó dos, el primero en 1912 que fue expuesto en Paris, y el segundo en 1920 con la ayuda de su hijo.
A lo largo de su vida recibió varios premios y reconocimientos, entre ellos:
- 1916. Se le concede la Medalla Echegaray de manos de Alfonso XIII.
- 1918. Rechaza el cargo de Ministro de Fomento.
- 1920. Ingresa en la Real Academia Española sustituyendo a Benito Pérez Galdós.
- 1922. Es nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de la Sorbona.
Nacido en Tarrasa el 31 de agosto de 1931, es profesor, deportista e investigador informático, conocido por ser diseñador del Kentelec 8.
A partir de los años 70 Manel Puigbó diseñó una serie de equipos electrónicos enfocados principalmente a la enseñanza de la electrónica y la informática. Destaca el Kentelec 8, el primer ordenador comercial basado en microprocesador diseñado en España. También diseñó varias calculadoras digitales y analógicas, un corrector automático de exámenes y diversos equipos enfocados al estudio y análisis de circuitos.
Ha traducido diversos libros técnicos y manuales y ha sido docente en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de Barcelona y en la Universidad Politécnica de Cataluña. En la actualidad imparte clases de informática musical.
Mateo Valero Cortés
Mateo Valero Cortés
Se tituló en Ingeniería de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid en 1974, doctorándose por la Universidad Politécnica de Cataluña en 1980. Es profesor de la Universidad Politécnica de Cataluña desde 1974 y catedrático del Departamento de Arquitectura de Computadores de esa universidad desde 1983. Su investigación abarca diferentes conceptos del mundo de la arquitectura de computadores, disciplina en la que ha publicado más de 400 artículos entre revistas, congresos y libros. Además, tiene amplia experiencia organizando múltiples eventos científicos y académicos.
En 2007 recibió el Premio Eckert-Mauchly de la ACM/IEEE, considerado el más prestigioso en el campo de la arquitectura de computadores, "por su extraordinario liderazgo en la construcción de un centro de investigación en arquitectura de computadores de clase mundial, sus contribuciones originales en las áreas de computación vectorial y multihebra, y por proponer nuevos enfoques en paralelismo a nivel de instrucción". Además, ha sido galardonado con el Premio Rey Jaime I en 1997, el Premio Nacional de Investigación Julio Rey Pastor en 2001 y el Premio Nacional de Investigación Leonardo Torres Quevedo en 2006.
Mateo Valero es Doctor honoris causa por la Universidad de Belgrado (2008), la Universidad Tecnológica de Chalmers (2008), la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (2009) y la Universidad de Zaragoza (2011).
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